El fenómeno de los estereotipos y los prejuicios afecta a todo el mundo, no sólo a las personas especialmente cerradas de mente. Este tipo de sesgo o distorsión en nuestras percepciones nos pertenece como seres humanos. Sin embargo, no pueden ser una razón para discriminar y crear segregación y exclusión en la sociedad. Los estereotipos, los prejuicios y la discriminación tienen graves repercusiones en los demás; influyen no sólo en la forma en que los adultos o los niños se tratan entre sí, sino también en el éxito escolar de los niños.
Los estereotipos se refieren a la aplicación de las propias ideas, asociaciones y expectativas hacia un grupo o un miembro individual de ese grupo. Existe una juicio sobre la persona basado en su pertenencia a un grupo, que puede ser positivo o negativo. Los estereotipos son una forma de mentalidad que hace más fácil enfrentarse a la complejidad del mundo (Fiske, 2010).
Hay prejuicios cuando nuestra reacción emocional hacia una persona se basa únicamente en
nuestros sentimientos hacia el grupo social/cultural de esa persona. Un individuo se comporta de forma prejuiciosa cuando tiene una reacción emocional hacia otro individuo o grupo de individuos basada en ideas preconcebidas sobre el individuo o el grupo (Fiske, 2010).
¿De dónde vienen los estereotipos y los prejuicios?
Curiosamente, las concepciones y actitudes que conducen a un sesgo negativo hacia otras personas no implican necesariamente una mala intención, sino que son consecuencia de automatismos en nuestros procesos de percepción y pensamiento, y de los motivos sociales básicos de pertenencia y autovaloración. Los estereotipos son esquemas relacionados con nuestra capacidad de generalización y clasificación, ambas habilidades importantes en nuestro desarrollo cognitivo (por ejemplo, poder diferenciar la fruta buena del veneno). Además, pertenecer a grupos sociales es una necesidad crucial para todos los humanos, y también nos motiva tener una buena imagen positiva de nuestros grupos. Esto implica que no sólo buscamos la compañía de personas similares a nosotros simplemente porque nos gusta estar en nuestra zona de confort, sino que también estamos motivados para discriminar positivamente de vez en cuando a nuestro grupo. Las actitudes negativas no sólo surgen en función de marcadores visuales de diferencia, nacionalidad o religión, sino básicamente a lo largo de cualquier línea de diferenciación. La gente puede sentir que algunos grupos pueden suponer una amenaza simbólica para su sentido de la moralidad (por ejemplo, los “desviados”, los que tienen una orientación sexual o un arreglo familiar diferente pueden amenazar su versión preferida de comportamiento sexual o de familia).
El desarrollo de actitudes y estereotipos negativos puede servir de protección contra las amenazas simbólicas. Así, “los pobres”, “los parados” o “los sin techo” son etiquetas que atraen importantes estereotipos negativos y prejuicios, lo que lleva a observar que la clase social o la pobreza pueden generar más distancia cultural que las divisiones de nacionalidad. Al mismo tiempo, algunos grupos
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